
Del enclave Bum un robot llegó
con armadura reluciente.
Una técnica alegre lo creó
y le quedó sobresaliente.
Siempre hacía robots por diversión:
ruidosos y de rojo pelo.
Mas ninguno quedaba resultón:
«Le falta luz a mis desvelos».Por suerte, sabía bien dónde hallar
luz en esas instalaciones.
A Kangor no le iba a importar:
no andaba en las inmediaciones.

Entre risas, activó la palanca
pues el éxito era aparente.
«Plastatrón, ¡eres digno de alabanza!
¡Ve, sal y saluda a la gente!».
Al ver a sus técnicos rezongar,
raudo, Bum un plan ideó:
«Al mundo entero podrás saludar»,
y el atroz cohete prendió.

En una ciudad se fue a estrellar,
y esperaba encontrar amigos.
Bufón lo llamaron en el lugar;
Plastatrón quedó compungido.
Se refugió en la cercana floresta
y secó lágrimas de aceite.
¿Para qué llevar la sonrisa presta
si no aguarda ningún deleite?
Sintió que la soledad lo embargaba
al vagar sin ruta precisa.
¡Entonces oyó la dulce tonada
de carcajadas en la brisa!
Hasta el pueblo siguió ese sonido
y vio un espectáculo horrendo:
El Jinete decapitado, un pillo,
¡y se reía con estruendo!
El jinete rimaba en sus ataques,
no era escándalo baladí.
En el suelo, y ya fuera de combate,
había un viejo paladín.
Plastatrón, ante tanto sufrimiento
su enorme valor enarbola,
y presto proclama a los cuatro vientos
un formidable «¡HOLA! ¡HOLA! ¡HOLA!».
Plastatrón atacó siendo muy plasta;
quebró las rimas del jinete.
Repitió sus «¡HOLA!» hasta decir basta,
arremetiendo cual ariete.
La frustración de este descabezado
no hacía más que de crecer.
Su afán poético estaba truncado
y Plastatrón lo iba a vencer.
«MUY BIEN, ¡ME RETIRO!», dijo por fin,
desde su corcel espectral.
«¡ESPERPENTO TAN PLASTA JAMÁS CONOCÍ!
¡SIN DUDA ALGUNA, NO ES NORMAL!».
El paladín salvado alzó la voz:
«¡Te la debemos, compañero!
Sir Plasta, has demostrado gran honor,
¡y yo te nombro caballero!».

Ahora Plastatrón es conocido
como el valiente que más mola.
Donde va, todo mal es reprimido
y sigue repitiendo......«¡HOLA!».